Si de algo estoy seguro es de que las palabras llegan más rápido al corazón que las balas. Esto lo compruebo cada que asisto a una conferencia, mesa de debate o, sencillamente, cuando llega un invitado al salón de clases.
Letrario (tomado de una idea de mi amiga Teresa) es un espacio para demostrar que una maravillosa forma de retratar el mundo es a través de las palabras.
Los textos aquí presentados procuran unir lo periodístico con lo literario, algo que en nuestro país se ha ido perdiendo en el periodismo día a día.
Espero, en verdad, que les agrade lo que escribo, porque es de un anhelado puño y letra de periodista.

Atentamente:
José Arturo García.

11 de octubre de 2010

Somos, ni más ni menos, lo que hemos leído.


La sala Nezahualcóyotl, visiblemente vacía, cobijó al poeta Benito Taibo. El público universitario lo despidió con el estruendo de manos que inundaron el recinto y hacían sentir una sala llena como lo logró Carlos Fuentes y Eduardo Galeano.

La Feria del Libro y la Rosa organizada por la UNAM tenía en el programa a una persona del que resultaba familiar el apellido Taibo. La charla se titulaba: Somos ni más ni menos, lo que hemos leído. ¿Qué podía ofrecer esa persona de la que algunos teníamos pocas referencias?, ¿Por qué le daban la Sala Nezahualcóyotl?

La tarde caída en Ciudad Universitaria mientras tomaba un descanso viendo El Padrino en la Sala Julio Bracho. Era tiempo de despejar mi duda: ¿Benito Taibo? Faltaban treinta minutos para el inicio del programa El Hueso desde la explanada del Centro Cultural Universitario. La gente se arremolinaba allí mientras los jóvenes becarios anunciaban por megáfono: “Benito Taibo en la Neza, en diez minutos”.

Poco antes de iniciar seguía vacía la sala que llenó Noam Chomsky o Gabriel García Márquez. Esperé… Esperamos… Había una mesa en el centro con mantel azul. Salió “el publicista por necesidad y poeta por convicción”, como fue presentado. Tomó asiento. La Neza fue toda suya; el escaso público también. En ese momento comenzó la mejor conferencia que hasta entonces haya escuchado. Taibo se presentó a sí mismo: “…Lancelot, Sancho Panza, Oliver Twist, Espartaco. Soy el capitán Nemo… Alexandros, Robin Hood, El Barón. Profesión: detective. Aficiones: El violín, la morfina, las mariposas disecadas…”

Nos llevó a los lugares en que la literatura le ha permitido vivir: “He estado en lugares llamados Comala, Macondo, Nunca Jamás, Narnia, Monprasen, Paradaria, El Dorado, La Atlántida y cientos de miles de lugares más en este mundo, y en otros tantos, conocidos y por conocer”. Continuó: “soy más viejo que el propio tiempo y tan joven que puedo asombrarme a cada instante. He respirado el polvo rojo de África y compartido un whisky con Ernest Heminway en un atardecer memorable mientras el sol se metía por encima de sus suaves colinas”.

Sus lentes se sostenían en la punta de su nariz mientras articulaba. Su rostro iba y venía entre lectura y mirada a los espectadores que, cautivados desde un inicio, no podía creer cómo la gente de los alrededores perdía una plática que contenía el objetivo de la fecha: El Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor. Y celebrar a los autores, los cuales aparecieron en el texto: Pablo Neruda, Jaime Sabines, Tomás Eloy Martínez, Ray Bradbury, Jorge Manríque, Luis García Montero, Gabriel García Márquez, Ulises, Charles Bukowski, Franz Kafka, Martín Luis Guzmán, Juan José Arreola, los Dumas, Julio Verne, Jorge Ibargüengoitia…

Quienes estaban en los asientos más lejanos se aproximaban, y quienes ya estaban cercanos contemplaban su blanco y rojizo rostro, con escaso cabello. Su corpulento cuerpo permitía apreciar la claridad en los movimientos del escritor. Una hora y media de un texto que incursionó de lo poético a lo cómico.

“Pues bien, (Fernando) Pessoa dijo algo que quiero compartir con ustedes, y que de alguna forma dará pie al inicio de esta charla, Pessoa dijo: ‘la literatura existe porque el mundo no basta’, es poderosísima esa frase”, citó el autor de Polvo con movimientos románticos. Continuó: “Difiero de la estadística yo estoy convencido que en México se lee mucho más de lo que se desprende de la encuesta, lo veo en todas las ferias del libro, o sino qué, la gente se lleva bolsas porque tiene una pata más corta su mesa de la cocina […] La gente que lleva un libro en la mano es porque lo va a leer, porque lo está leyendo o porque lo quiere leer o porque lo leerá y porque lo compartirá”.

Prosiguió y la gente disfrutaba. Cada oración era un golpe de pasión en los oyentes quienes rieron hasta las lágrimas o suspiraron hasta el corazón cuando dijo. “cada momento importante de mi vida está de alguna manera ligado a un texto o a un autor determinado y sin lugar a dudas determinante. Por eso empecé esta conferencia diciendo quién soy y todo lo que soy y, sin todo eso, no sería lo que soy, lo pensaría lo que pienso, no diría lo que digo, no podría mirar a los ojos a los demás y sí lo hago, porque sólo soy lo que he leído, soy solamente eso y por lo tanto sería incapaz de dispararle desde la Torre de Rectoría a la gente que está abajo o sería incapaz de cualquier otra barbaridad de las que se está cometiendo en nuestra patria…”.

La lluvia de aplausos inundó la Sala Nezahualcóyotl. Entre lectores e historias de un lector se desarrolló la plática. Benito Taibo relató su encuentro con los libros, su experiencia en las Islas Marías como promotor de lectura, revivió con la memoria a decenas de autores del mundo. Pero todo tiene un fin. El poeta supo enamorar al público con los libros y dejó el testimonio de que “los tecnócratas son leen manuales de procedimientos; los lectores buenos sólo leemos manuales que nos enseñan a vivir, todos ellos provienen de la literatura”.


*El Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor se celebra cada 23 de abril.

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