Algunos maestros me han enseñado el placer por la lectura. Ahora camino entre libros.
Balanceo mi cabeza hacia adelante para saber qué obras aún no llegan a mis manos.
Cada paso dado significa un nuevo descubrimiento de autores en el Palacio de Minería.
Defensores de la lectura somos los presentes. Una especie en peligro de extinción.
Esta Feria Internacional del Libro es maravillosa; títulos y autores rodean mi vida.
Frente a editoriales me detengo. Veo y siento lo que por hoy no podré comprar.
Balanceo mi cabeza hacia adelante para saber qué obras aún no llegan a mis manos.
Cada paso dado significa un nuevo descubrimiento de autores en el Palacio de Minería.
Defensores de la lectura somos los presentes. Una especie en peligro de extinción.
Esta Feria Internacional del Libro es maravillosa; títulos y autores rodean mi vida.
Frente a editoriales me detengo. Veo y siento lo que por hoy no podré comprar.
Duele.
Girando mi cuerpo encuentro pasillos que parecen terminar y al final inicia otro corredor.
Hablo solo, y sólo voy disfrutando la experiencia de otra Feria. ¡Qué Feria!
Infantes somos los que nos encontramos allí, esa es nuestra gran “juguetería”.
Juego, toco y aprendo es también un eslogan aplicable aquí.
Kilos… mejor dicho, toneladas de conocimiento están reunidas en estas páginas.
Lo malo es que México no es un país de lectores. Quizá sea lo bueno para muchos (políticos).
Mientras unos compran otros escuchan conferencias, presentaciones o documentales.
Nadie permanece en un sitio fijo. El programa de este sábado no queda olvidado. ¡Hay calidad!
Ordeno mi calendario una noche antes para elegir los eventos.
Para las siete de la noche se programó la presentación del libro Transición de Carmen Aristegui.
Quien se haya formado hasta media hora antes logró entrar a la Sala de Actos, es decir, pude entrar.
Rápidamente ubicaron a la gente en asientos y sobre el suelo. El promocional del libro corría.
Sorpresa tuvimos las cerca de 500 personas dentro de la Sala cuando ocurrió el “portazo” de quienes querían acceder.
Todos volteamos a la entrada principal. La ponente también calló.
Unos segundos después prosiguió la charla que acabaría a las 8:30 pm entre fuertes aplausos.
Vino la firma de autógrafos, me tuve que retirar.
What time is it? La noche me alcanzó sin darme cuenta, qué importa la hora, me siento bien, me agrada el lugar.
“Xq” (como se escribe ahora el porque) descubrí otra vez un gran mundo creado por letras.
Y aunque vuelvo a la realidad no dejo de soñar.
Zambullirse en la magia que provoca el inicio de una nueva página no se iguala a nada en el mundo.
Girando mi cuerpo encuentro pasillos que parecen terminar y al final inicia otro corredor.
Hablo solo, y sólo voy disfrutando la experiencia de otra Feria. ¡Qué Feria!
Infantes somos los que nos encontramos allí, esa es nuestra gran “juguetería”.
Juego, toco y aprendo es también un eslogan aplicable aquí.
Kilos… mejor dicho, toneladas de conocimiento están reunidas en estas páginas.
Lo malo es que México no es un país de lectores. Quizá sea lo bueno para muchos (políticos).
Mientras unos compran otros escuchan conferencias, presentaciones o documentales.
Nadie permanece en un sitio fijo. El programa de este sábado no queda olvidado. ¡Hay calidad!
Ordeno mi calendario una noche antes para elegir los eventos.
Para las siete de la noche se programó la presentación del libro Transición de Carmen Aristegui.
Quien se haya formado hasta media hora antes logró entrar a la Sala de Actos, es decir, pude entrar.
Rápidamente ubicaron a la gente en asientos y sobre el suelo. El promocional del libro corría.
Sorpresa tuvimos las cerca de 500 personas dentro de la Sala cuando ocurrió el “portazo” de quienes querían acceder.
Todos volteamos a la entrada principal. La ponente también calló.
Unos segundos después prosiguió la charla que acabaría a las 8:30 pm entre fuertes aplausos.
Vino la firma de autógrafos, me tuve que retirar.
What time is it? La noche me alcanzó sin darme cuenta, qué importa la hora, me siento bien, me agrada el lugar.
“Xq” (como se escribe ahora el porque) descubrí otra vez un gran mundo creado por letras.
Y aunque vuelvo a la realidad no dejo de soñar.
Zambullirse en la magia que provoca el inicio de una nueva página no se iguala a nada en el mundo.
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