Si de algo estoy seguro es de que las palabras llegan más rápido al corazón que las balas. Esto lo compruebo cada que asisto a una conferencia, mesa de debate o, sencillamente, cuando llega un invitado al salón de clases.
Letrario (tomado de una idea de mi amiga Teresa) es un espacio para demostrar que una maravillosa forma de retratar el mundo es a través de las palabras.
Los textos aquí presentados procuran unir lo periodístico con lo literario, algo que en nuestro país se ha ido perdiendo en el periodismo día a día.
Espero, en verdad, que les agrade lo que escribo, porque es de un anhelado puño y letra de periodista.

Atentamente:
José Arturo García.

21 de octubre de 2010

Gris

En el límite olvidado del Tianguis de las Torres no hay puestos metálicos, únicamente mantas estiradas para colocar encima herramientas, juguetes viejos, ropa usada, películas VHS y demás artículos denominados chácharas.

Poca gente se dirige a esa lejana zona ubicada a casi dos kilómetros de la avenida Tláhuac, desde donde inicia el recorrido. Esa sección no tiene vida similar al resto del tianguis. No hay jovencitas escotadas ofreciendo a gritos pantalones; tampoco posee el colorido del área de frutas y verduras; no tiene el olor a carne asada y jugos de naranja, melón o limón. No hay señores hurgando en busca de la mejor porno de su preferencia. No hay vida.

Las chácharas son la oferta sin demanda. Los dueños de los grises artículos esperan bajo el sol quemante del medio día. Un par de señores morenos, casi negros por el sol y la suciedad, leen la revista Vaquero para distraerse, una señora de pronunciadas canas tiene la mirada extraviada en la nada, otros se pierden en el tiempo hasta con el paso de las moscas sobre su rostro. Pero nadie hace nada por atraer a los compradores de Iztapalapa.

La sombra avanza sobre el asfalto, señal de que ha transcurrido una hora más del día y no ocurre nada. Aquellos que cruzan el limbo es porque necesitan hacerlo: o viven cerca o van a la tortillería patrocinada por Maseca, el maíz de nuestra tierra. Sin embargo, no importa que alguien se avecine, el estoicismo continúa y nadie se pelea por los clientes.

Las personas que preguntan por algún objeto no varían demasiado en el aspecto. Son señores con cara de borrachos, lucen su panza por medio de playeras con las marcas de Cemento Cruz Azul, de Reino Aventura, del PRD o la del club América en tiempo de Zague, aunque el color azul ya es morado y el amarillo se ha vuelto blanco.

El importe por establecerse varia dependiendo del producto y a qué altura del tianguis se encuentren. Para los charareros es de diez pesos pero como no han vendido los sufiente le dicen al “líder” que los aguante. Les pide la mitad y le dan cinco pesos. No hay mayores insistencias y los problemas no pasan a mayores.

Durante una hora de la jornada se vendió una playera en cinco pesos, un desarmador en quince, un cargador de celular en veinte y un par de zapatos en veinticinco. Si bien les va tendrán un venta de alrededor de cincuenta pesos cada uno, pero sus artículos no prometen gran cosa porque la gente no se acerca a ellos y ellos no se acercan a la gente. Así sucede cada fin de semana.

17 de octubre de 2010

Crónica de una afición

El Estadio Olímpico Universitario se convirtió en el paraíso de los Pumas y sus aficionados. La vibración provino de las feroces bocas que liberaron el ¡Goya! en su máximo esplendor. Todo estuvo definido desde el primer cuarto en el clásico de la ONEFA: Pumas CU contra las Águilas Blancas del Politécnico.
       Durante los primeros quince minutos los Pumas CU realizaron su primera anotación. El Goya y el Huélum lucharon en el aire mientras en la cancha los hacían los jugadores de futbol americano. Esos quince minutos que se convierten, en este deporte, en más de medio hora, fueron decisivos. Segundo a segundo se hizo inminente el silencio en el lado blanco y guinda.
       En el frente azul y oro cantaron, saltaron, rieron y gritaron hasta el paroxismo el touchdown, el gol de campo, la intercepción al contrario y el excelente desempeño de la defensiva que no permitió el avance politécnico sino hasta el último cuarto, en el que el exceso de confianza provocó que la pizarra del IPN dejara de marcar cero puntos para subir a 12 en menos de diez minutos.
       Aunque la diferencia ya era amplia, amplia, amplia. Hasta antes de esas anotaciones, los Pumas CU contaban con 32 puntos, producto de cuatro grandes jugadas en los que los corredores daban las zancadas más grandes de su vida y los pateadores acertaban como en el tiro al blanco.
       El Olimpo, para los universitarios, estaba a tres minutos y treinta segundos, tiempo restante en el que las Águilas Blancas soñaban con una heroica, muy heroica remontada. Sin embargo, los Pumas CU recibieron el partido en casa, resguardados por el mural del pintor Diego Rivera, en la quemante mañana del sábado 16 de octubre.

Dentro del histórico recinto se escuchaba: “El que no brinque es burro, el que no brinque es burro”, y los aficionados saltaban. Del otro lado, bajo el pebetero, el silencio reinaba aunque algunas porras trataban de sacar al equipo, y más difícil aún, a los aficionados, adelante. Y en cuanto fomentaban el ánimo inmediatamente era callados por su contrario con rechiflas y sepultados con la fuerza del

¡Goooooya! ¡Goooooya!
¡Cachun, cachun, ra, ra!
¡Cachun, cachun, ra, ra.
¡Goooooya!
¡Universidad!

Así, la Universidad Nacional obtuvo una victoria; ahora, en el lado del deporte. Cien años de triunfos y alegrías desde Justo Sierra la fundó.

Foto: Raymundo Moreno

11 de octubre de 2010

Encuentro de Periodismo Cultural en la UNAM



Los días 4 y 5 de octubre se reunieron periodistas culturales en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco para llevar a cabo el Primer Encuentro Internacional de Periodismo Cultural en la UNAM. Los conferencistas de la segunda parte del día, aquellas que comenzaron a las dieciséis horas, trajeron a debate la necesidad de difundir este oficio a la sociedad.

Temas: la edición, el valor y los retos del periodismo cultural en la era digital. Moderadores: Guadalupe Alonso y Antonio Morales. Público: más de doscientas personas que llenaban el auditorio en cada plática. Inquietud: Saber cómo se mueve el periodismo cultural en esta etapa del tiempo. Conclusión: el periodismo cultural no va a desaparecer pero se está transformando.

Los ponentes iniciaron. Jacinto Silva, dijo que “debe haber una sana competencia y eso no está ocurriendo (en los medios de comunicación)…, lo que está pasando es que una empresa se está adueñando de toda la información”. Carlos Meraz, mencionó: “Existe una generación que ya no ve al papel (periódico) con la añoranza de antes” y que con las nuevas tecnologías “la noticia ya no es ‘ayer dijo’ sino ‘hoy dijo’”.

Debora Holtz explicó que “quienes nos dedicamos a la cultura nos enfrentamos a una caminos muy tortuoso”. Las ponencias seguían. La mayoría de los asistentes fueron estudiantes de periodismo que respondieron a la llamativa convocatoria de la Universidad Nacional. Los aportes a los jóvenes en el campo profesional aparecieron con algunas ideas de Pepe Gordon que dominaron el recinto: “Estamos teniendo una terrible crisis de la imaginación“, “la comunicación tiene que ver con el corazón y con el alma”. Finalizó: “los medios son puentes para abrir la belleza”.

Las opiniones seguían de boca en boca. “El arte es un derecho. Hay que ejercer eses derecho”, dijo Agustín Peña y “hay que ofrecer calidad en los contenidos”, agregó Carlos Valdez. Un momento clave llegó con Paty Vega quien hizo una pausa en el camino para oponerse a los asesinatos que están ocurriendo sobre los compañeros de oficio, los que sólo hacen su trabajo.

La reportera dijo también que “es necesario reivindicar la parte social del periodismo”. Retumbaron los aplausos entre las paredes de madera. El auditorio se vacío y en 24 horas se cubrió de curiosas almas otra vez. Irma Gallo, mencionó que “el periodismo consiste en saber contar historias”. Judith Amador dijo a los jóvenes: “Hay que mantener siempre el espíritu crítico y plantear nuevos temas”. Leticia Sànchez afirmó que “la lectura es fundamental. Quien tiene la lectura tiene el poder”.

Por su parte, Columba Vértiz dio en el centro al decir que “el periodismo cultural lo abarca todo, no sólo el arte”. “A (los medios) no les importa la cultura como tampoco existe un proyecto nacional cultural en el gobierno, porque ya no hay compromiso social. Sí, lo medios informativos de ahora, ya no tienen un compromiso social… Pero ante todo la cultura se impone”, señaló la periodista entre aplausos.

Y referente a la era digital, Ángel Vargas, cerca del final dijo: “hay que lidiar contra la tiranía del tiempo y del espacio”. Y en el periodismo “nos manejamos con las ideas, con las emociones, con los sentimientos” cerró.

Las butacas se vaciaron mientras en el lobby interactuaban periodistas e invitados al término del evento. Con café en mano o botellas de agua los periodistas culturales respondieron las preguntas que el tiempo bloqueó.


Síntesis de audio.

*Los ponentes que asistieron a las mesas de discusión fueron Miguel de la Cruz (Once TV), Juan Jacinto Silva (Canal 22), José Carlos Meraz (Excélsior), Agustín Peña (Ibero 90.9), José Gordon (Canal 22 - Televisa), Juan Carlos Valdez (IMER), Debora Holtz (Proyecto 40), Paty Vega (Emmequis), Salvador Frausto (El Universal), Ariel González (Milenio), Adrián Figueroa (La Crónica), Manuel Lino (El Economista) Carlos Paul (La Jornada), Columba Vértiz (Proceso), Ángel Vargas (La Jornada), Sarahí Campech (Once TV), Huemanzin Rodríguez (Canal 22), Irma Gallo (Canal 22), Judith Amador (Proceso), Leticia Sánchez (Milenio), Xavier Quirarte (Milenio) y Sonia Sierra (El Universal).

Crónica de una narración especial

Beatriz Pereyra dejó ver su rostro por el pequeño ventanal de la puerta del salón de clases antes de entrar. En esta ocasión llegaba al aula como invitada para narrar su experiencia como enviada especial de la revista Proceso al Mundial de Futbol celebrado en África.
      Iba elegante al encuentro: ropa negra de vestir que se mezclaba con el color guinda de su saco. Su enorme sonrisa, extendida de mejilla a mejilla, desapareció al traer al presente las fotografías mentales tomadas en Sudáfrica, el país del arcoíris.
      “Sudáfrica quería decirle al mundo que la cuestión del Apartheid era algo que se circunscribía nada más a los libros pero la realidad es otra. Es decir, por ley está abolido el Apartheid, por ley lo negros tienen los mismos derechos que los blancos pero en la práctica no es así”, iniciaba la conversación.

Ha trabajado en la sección de deportes para el semanario desde hace diez años. “Soy primeriza en un mundial”, comenta, “pero estoy satisfecha con el trabajo que realicé en Sudáfrica”. Los alumnos, atentos a la voz de la experiencia, escucharon a la reportera quién buscó la nota en los rincones olvidados del continente negro.
      Los suplementos especiales de Proceso resguardan el testimonio de su presencia; sin embargo, es sólo una parte de la cruel realidad que aún persiste en la nación que “libero” Nelson Mandela, donde las transnacionales de Coca-Cola y McDonals desplazaron con racismo a las cooking mamas que retrató la periodista.
      Johannesburgo, Durban, Polokwane y Soweto fueron algunas ciudades donde presenció partidos de futbol, pero más que eso, reporteó los Sobornos y traiciones (1752) del presidente de la FIFA, Joseph Blatter; cascareó con Los olvidados (1756) en las escuelas, pero también rememoró a Los héroes (1752) sudafricanos que han triunfado en el deporte como Caster Semenya, Evelina Tshabalala y Oscar Pistorius.
      Cualquiera narración se queda corta para algo que no alcanzamos a comprender. Muchos menos si se ha vivido en carne y hueso, con olor y tacto y vista y oído. Beatriz dejó claro que es insultante para la humanidad que una parte del mundo denominada Sudáfrica haya arropado un mundial de miles de millones de dólares cuando la gente -su gente- sobrevive en un mundo sin esperanzas.

 

*Bety Pereyra visitó la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM el pasado  1 de octubre de 2010.

Enseñanzas literarias

La tarde de un viernes de celebración en la UNAM se recibía con lluvia. La gente formada para entrar a la Sala Nezahualcóyotl no se retiraba ante el diluvio que repentinamente caía sobre ellos. Los chiflidos de los asistentes presionaban a los organizadores para apresurar el acceso al recinto donde fueron los Diálogos Literarios con José Emilio Pacheco y Mario Vargas Llosa.

La lluvia cayó al por mayor. Lectores corrían apresurados para mojarse lo menos posible. Quienes ya estaban dentro esperaron alrededor de una hora para ver a los escritores iniciar la conversación. Se anunció la “¡tercera llamada, tercera llamada!”. El primero en dialogar fue el poeta mexicano, José Emilio Pacheco. La gente lo recibió de pie entre una cascada de aplausos.

El autor de Las Batallas en el Desierto iba acompañado de su amigo Ignacio Solares quien lo ayudó a llegar al sofá rojo donde ambos conversaron ante un público que estuvo cerca de llenar el recinto. Ignacio inició con citas; José Emilio añadió frases que repercutían en jóvenes y adultos ahí presentes: “no piensen nada, vivan el ahora”, decía con la ternura provocada por sus 71 años de vida.

Otros rayos de luz salían de su boca: “escribir es un don, no de seres especiales, sino que se va perdiendo en la gente”, “la ciudad es de los jóvenes, a uno lo va desplazando con el tiempo” y “estoy a favor de la memoria, que no se olviden las cosas”.

La simpatía del escritor mexicano provocó extensas risas en las personas. Sus respuestas era humorísticamente cortantes: “¿cuál es su obra mejor lograda?”, se le preguntó, “La que estoy escribiendo”, respondió en cuatro palabras.

Y la política no quedó de lado al decir que “la guerra (en México) está perdida como estuvo perdida la guerra en Irak”. Agregó: “ya no quiero hablar de política porque la política lleva a la muerte y no quiero que nadie muera por culpa”, su voz y cuerpo reflejaban el cansancio del momento. La política quedó de lado.

Su compañero de asiento y oficio añadió a la idea del hombre galardonado con el Premio Cervantes: “la violencia es el veneno y la cultura es el antídoto”. José Emilio fue invitado a no partir; sin embargo, entre aplausos llegó y también se retiró del recinto que atestiguó, probablemente, las últimas oraciones del escritor que retrató la ciudad de México a través de las palabras.

Se escuchó la primera llamada y Mario Vargas Llosa apareció. Su acompañante, Sealtiel Alatriste, caminó tras él. Fríamente tomaron lugar. "La entrevista no fue una plática". El escritor cubano nacionalizado español se reencontró con el tiempo ante cada pregunta y las experiencias con sus libros transformaron el ambiente en la Sala.

Sus vocablos flotaban y eran atrapadas por los hipnotizados espectadores. Vargas Llosa comentó: “los fundamental es que, quien se dedique a la literatura, lo haga porque encuentra satisfacción en lo que escribe”.

Puso énfasis en la responsabilidad de escribir bien porque “las palabras repercuten en el mundo de los lectores”.

Crónica sobre un cronista

Juan Villoro domina la letra escrita como domina la palabra. Frente a una sala repleta, el escritor galardonado con el Premio Rey de España por su texto La Alfombra Roja, conversó con estudiantes sobre ésta y más crónicas que lo han posicionado como un referente a seguir en torno al género periodístico en peligro de extinción.

Una hora antes de la cita, la Sala Fernando Benítez de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, en la que fue profesor, ya tenía una fila de alumnos ansiosos de ver al creador de Dios es Redondo, Los Once de la Tribu y Safari Accidental. Entonces, de butaca a butaca y escalón a escalón, los aprendices de periodismo observaron cómo Villoro llegó a la máxima casa de estudios.

En persona es más alto. Su cabello dejaba entrever canas de sabiduría y su delgado cuerpo reflejaba trabajo por aquí y conferencias por allá. Inició la semblanza Alicia Ortiz, continuaron sus amigas periodistas Lucía Rivadeneyra y María Antonieta Barragán. Juan agradeció la invitación y las respuestas comenzaron a ser respondidas con la voz de la experiencia.

“Yo en esa crónica (La Alfombra Roja) quise hacer un alto en el camino y decir: tenemos un clima de violencia, qué ha cambiado en México con la percepción de la violencia, cómo estamos nosotros entendiendo y mal entendiendo esto, qué claves nos pueden dar desde las artes plásticas hasta la antropología o el periodismo de batalla, cómo vamos nosotros enfrentando este asusto y qué pasa. ¿Podemos hacer un mosaico?”

El columnista del periódico Reforma llevó la plática alrededor de la crónica. Sus anécdotas parecían ser de un día anterior y reía junto a los estudiantes de tan sólo recordar sus idas como estudiante a la UAM. Pero las risas fueron anuladas por la cruel realidad: “hay que tener mucho cuidado con lo que uno escribe porque sabemos que, somos juntos con Irak, el país donde los periodistas son más perseguidos. Ésta es una muy trágica estadística”.

Compartió su experiencia con el maestro Fernando Benítez, el papel del periodista y el periodismo a lo largo de la historia (“el prestigio social de los periodistas ha crecido tanto que, como he mencionado, los príncipes ya no se casan con princesas sino con periodistas”), el oficio en un contexto de violencia, la función de “su” género (“la crónica tiene un compromiso con la verdad”), la vida en ciudad Juárez y los abusos del duopolio televisivo.

Entre recuerdo y recuerdo no perdía el hilo conductor para hablar de La Alfombra Roja: “Nuestra alfombra roja no es la de la celebridad, es la de la impunidad… la alfombra roja está roja pero por las sangre de las victimas… pero además ese es uno de los grandes rezagos de nuestro periodismo, no sabemos quienes mueren. Hay 22 mil muertos y no hay una relatoría de las vidas que se han perdido”.

Si el tiempo no pasara tan rápido y los segundos se convirtieran en horas, hubiera sido posible escuchar más del aficionado del Necaxa quien dijo: “Los periodistas están cada vez más gordos y los periódicos más flacos. Porque los periodistas ya no salen a la calle, todo lo hacen por internet. Eso es otro vicio del periodismo actual. Entre Google y Wikipedia han convertido a los periodistas en personas gordas”. Las risas no se hicieron esperar. Regresó a las definiciones al decir que “la literatura crea ilusiones y experiencias. La literatura es una manera de aliviar el dolor y el sufrimiento a través de una historia”.

Ante una pregunta sobre la ética periodística dijo: “Uno de los grandes problemas que tenemos en México es la falta de rectabilidad social de la ética. Una persona ética le puede sacar poco provecho a ser una persona ética… Todo mundo habla en nombre de la ética”. Los agradecimientos pusieron fin a más de dos horas de periodismo y literatura.

*Juan Villoro visitó la FCPyS y el 5 de mayo de 2010.

Somos, ni más ni menos, lo que hemos leído.


La sala Nezahualcóyotl, visiblemente vacía, cobijó al poeta Benito Taibo. El público universitario lo despidió con el estruendo de manos que inundaron el recinto y hacían sentir una sala llena como lo logró Carlos Fuentes y Eduardo Galeano.

La Feria del Libro y la Rosa organizada por la UNAM tenía en el programa a una persona del que resultaba familiar el apellido Taibo. La charla se titulaba: Somos ni más ni menos, lo que hemos leído. ¿Qué podía ofrecer esa persona de la que algunos teníamos pocas referencias?, ¿Por qué le daban la Sala Nezahualcóyotl?

La tarde caída en Ciudad Universitaria mientras tomaba un descanso viendo El Padrino en la Sala Julio Bracho. Era tiempo de despejar mi duda: ¿Benito Taibo? Faltaban treinta minutos para el inicio del programa El Hueso desde la explanada del Centro Cultural Universitario. La gente se arremolinaba allí mientras los jóvenes becarios anunciaban por megáfono: “Benito Taibo en la Neza, en diez minutos”.

Poco antes de iniciar seguía vacía la sala que llenó Noam Chomsky o Gabriel García Márquez. Esperé… Esperamos… Había una mesa en el centro con mantel azul. Salió “el publicista por necesidad y poeta por convicción”, como fue presentado. Tomó asiento. La Neza fue toda suya; el escaso público también. En ese momento comenzó la mejor conferencia que hasta entonces haya escuchado. Taibo se presentó a sí mismo: “…Lancelot, Sancho Panza, Oliver Twist, Espartaco. Soy el capitán Nemo… Alexandros, Robin Hood, El Barón. Profesión: detective. Aficiones: El violín, la morfina, las mariposas disecadas…”

Nos llevó a los lugares en que la literatura le ha permitido vivir: “He estado en lugares llamados Comala, Macondo, Nunca Jamás, Narnia, Monprasen, Paradaria, El Dorado, La Atlántida y cientos de miles de lugares más en este mundo, y en otros tantos, conocidos y por conocer”. Continuó: “soy más viejo que el propio tiempo y tan joven que puedo asombrarme a cada instante. He respirado el polvo rojo de África y compartido un whisky con Ernest Heminway en un atardecer memorable mientras el sol se metía por encima de sus suaves colinas”.

Sus lentes se sostenían en la punta de su nariz mientras articulaba. Su rostro iba y venía entre lectura y mirada a los espectadores que, cautivados desde un inicio, no podía creer cómo la gente de los alrededores perdía una plática que contenía el objetivo de la fecha: El Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor. Y celebrar a los autores, los cuales aparecieron en el texto: Pablo Neruda, Jaime Sabines, Tomás Eloy Martínez, Ray Bradbury, Jorge Manríque, Luis García Montero, Gabriel García Márquez, Ulises, Charles Bukowski, Franz Kafka, Martín Luis Guzmán, Juan José Arreola, los Dumas, Julio Verne, Jorge Ibargüengoitia…

Quienes estaban en los asientos más lejanos se aproximaban, y quienes ya estaban cercanos contemplaban su blanco y rojizo rostro, con escaso cabello. Su corpulento cuerpo permitía apreciar la claridad en los movimientos del escritor. Una hora y media de un texto que incursionó de lo poético a lo cómico.

“Pues bien, (Fernando) Pessoa dijo algo que quiero compartir con ustedes, y que de alguna forma dará pie al inicio de esta charla, Pessoa dijo: ‘la literatura existe porque el mundo no basta’, es poderosísima esa frase”, citó el autor de Polvo con movimientos románticos. Continuó: “Difiero de la estadística yo estoy convencido que en México se lee mucho más de lo que se desprende de la encuesta, lo veo en todas las ferias del libro, o sino qué, la gente se lleva bolsas porque tiene una pata más corta su mesa de la cocina […] La gente que lleva un libro en la mano es porque lo va a leer, porque lo está leyendo o porque lo quiere leer o porque lo leerá y porque lo compartirá”.

Prosiguió y la gente disfrutaba. Cada oración era un golpe de pasión en los oyentes quienes rieron hasta las lágrimas o suspiraron hasta el corazón cuando dijo. “cada momento importante de mi vida está de alguna manera ligado a un texto o a un autor determinado y sin lugar a dudas determinante. Por eso empecé esta conferencia diciendo quién soy y todo lo que soy y, sin todo eso, no sería lo que soy, lo pensaría lo que pienso, no diría lo que digo, no podría mirar a los ojos a los demás y sí lo hago, porque sólo soy lo que he leído, soy solamente eso y por lo tanto sería incapaz de dispararle desde la Torre de Rectoría a la gente que está abajo o sería incapaz de cualquier otra barbaridad de las que se está cometiendo en nuestra patria…”.

La lluvia de aplausos inundó la Sala Nezahualcóyotl. Entre lectores e historias de un lector se desarrolló la plática. Benito Taibo relató su encuentro con los libros, su experiencia en las Islas Marías como promotor de lectura, revivió con la memoria a decenas de autores del mundo. Pero todo tiene un fin. El poeta supo enamorar al público con los libros y dejó el testimonio de que “los tecnócratas son leen manuales de procedimientos; los lectores buenos sólo leemos manuales que nos enseñan a vivir, todos ellos provienen de la literatura”.


*El Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor se celebra cada 23 de abril.

8 de octubre de 2010

UNAM: 100 años


Los alumnos de periodismo por televisión de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM reflejaron, de esta manera, la develación de la placa por el Centenario de la mejor Universidad de América Latina y una de las mejores del mundo

El proyecto de Justo Sierra sigue en pie.

"Por mi raza hablará el espíritu"

6 de octubre de 2010

Un cumpleaños más de los libros. ¡Muchas felicidades!



Definitivamente hubo más gente en bares, antros y centros de baile que alberga la ciudad de México. Probablemente la noche de hoy, 23 de abril de 2010, hubo numerosos borrachos acechando a jovencitas embriagadas por el alcohol.

Pero si de algo estoy completamente consciente es que nosotros, los devoradores y devoradoras de libros, no perdimos una o dos cervezas; por el contrario, ellos, los alcohólicos semianónimos, pudieron haberse extasiado en un mundo de letras como lo hicieron los asistentes a la Fiesta del Libro y la Rosa.

El Centro Cultural Universitario fue el recinto de la UNAM que arropó la celebración del Día Mundial del Libro y el Derecho de Autor. Los “niños” rebasaban los 18 años de edad. Son los “migrantes digitales” que mencionó Alejandro Zenker durante su intervención en El futuro de la publicación.

El tiempo pasó sin decir: “presente”. La gente iba a la Sala Julio Bracho para ver El Padrino I, obra literaria de Mario Puzo, quien Francis Ford Coppola llevó a la pantalla grande; o venía de apreciar las exposiciones dentro del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), donde Félix González Torres, con Somewhere/Nowhere, cautivó al público al crear arte-interacción-arte.

De seis de la tarde a ocho de la noche El Hueso transmitió en vivo y a todo color desde la explanada de museo. Minutos después de las siete de la noche, Benito Taibo tomó asiento junto a los locutores en el extremo de la mesa. El publicista por necesidad y poeta por convicción no vio protagonismo alguno en el programa de W Radio.

Sin embargo, durante hora y media habló en la Sala Nezahualcóyotl, de la que puedo decir (aún sin ser presentada así) que fue la Conferencia Magistral mejor lograda durante la segunda edición de la Fiesta del Libro y la Rosa.

Un escaso público alcanzaba a cubrir la parte baja de la sala. Benito leyó e improvisó un texto que no era de chile, mole y pozole; era de poesía, crónica, ensayo, ciencia ficción, drama… Fue una espectacular evocación de autores y lugares creados por autores dentro de las novelas. Así, Benito Taibo conquistó con la palabra a los asistentes, la misma tarde en que rosas y libros acompañaron a una pequeña parte de los seres humanos.

Caminar entre libros….


Algunos maestros me han enseñado el placer por la lectura. Ahora camino entre libros.
Balanceo mi cabeza hacia adelante para saber qué obras aún no llegan a mis manos.
Cada paso dado significa un nuevo descubrimiento de autores en el Palacio de Minería.
Defensores de la lectura somos los presentes. Una especie en peligro de extinción.
Esta Feria Internacional del Libro es maravillosa; títulos y autores rodean mi vida.
Frente a editoriales me detengo. Veo y siento lo que por hoy no podré comprar.
Duele.
Girando mi cuerpo encuentro pasillos que parecen terminar y al final inicia otro corredor.
Hablo solo, y sólo voy disfrutando la experiencia de otra Feria. ¡Qué Feria!
Infantes somos los que nos encontramos allí, esa es nuestra gran “juguetería”.
Juego, toco y aprendo es también un eslogan aplicable aquí.
Kilos… mejor dicho, toneladas de conocimiento están reunidas en estas páginas.
Lo malo es que México no es un país de lectores. Quizá sea lo bueno para muchos (políticos).
Mientras unos compran otros escuchan conferencias, presentaciones o documentales.
Nadie permanece en un sitio fijo. El programa de este sábado no queda olvidado. ¡Hay calidad!
Ordeno mi calendario una noche antes para elegir los eventos.
Para las siete de la noche se programó la presentación del libro Transición de Carmen Aristegui.
Quien se haya formado hasta media hora antes logró entrar a la Sala de Actos, es decir, pude entrar.
Rápidamente ubicaron a la gente en asientos y sobre el suelo. El promocional del libro corría.
Sorpresa tuvimos las cerca de 500 personas dentro de la Sala cuando ocurrió el “portazo” de quienes querían acceder.
Todos volteamos a la entrada principal. La ponente también calló.
Unos segundos después prosiguió la charla que acabaría a las 8:30 pm entre fuertes aplausos.
Vino la firma de autógrafos, me tuve que retirar.
What time is it? La noche me alcanzó sin darme cuenta, qué importa la hora, me siento bien, me agrada el lugar.
“Xq” (como se escribe ahora el porque) descubrí otra vez un gran mundo creado por letras.
Y aunque vuelvo a la realidad no dejo de soñar.
Zambullirse en la magia que provoca el inicio de una nueva página no se iguala a nada en el mundo.