Cuatro décadas después de su última presentación en el auditorio Justo Sierra de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, Joan Manuel Serrat volvió al país que considera su casa: México.
El estadio de prácticas, Roberto Tapatío Méndez, cambio, la noche del domingo, los balones y espinilleras por versos y música. El cantautor español recordó al poeta Miguel Hernández a través de su gira Hijo de la luz y de la sombra. La comunidad universitaria escuchaba sin cantar y respetuosamente aplaudía al final de cada canción.
"Me sorprende el amplio conocimiento que tienen del repertorio", dijo sarcásticamente Serrat. Respetuoso, como suele ser, el transmutador de la poesía a música en ningún momento dejó de interactuar con el público. Así prosiguió el concierto durante sus dos horas y media de duración. Con Dale que dale se trató de poner el ritmo, Si me matan bueno hacia lucir la buena voz de Joan Manuel y Cerca del Agua arropaba los amores de los asistentes.
Llegó el descanso. Dos minutos después volvió con la segunda parte del concierto. La gente ya más animada esperaba las canciones que llevaron a Serrat a la cima de la música. No decepcionó a nadie. La gente a gritos, desde las gradas, pedía;: "¡Pénelope! ¡Penélope!". "Ustedes pidan y yo decido", respondió el cantante. Después de las risas llegó dicha canción: "Penélope, con su bolso de piel marrón y sus zapatos de tacón, y su vestido de domingo..."
Cantares y Palabras de Amor fueron de las canciones más alabadas. Serrat se despedía.
La noche, clara y fría, no impedía la euforía de los asistente. El Goya comenzó a nacer hasta que se hizo presente entre todas las personas con el puño en alto. Serrat se despedía de México como lo hiciera en 1969. Su casa, la UNAM, lo escuchaba partir. La Fiesta marcaba el final del acto. Serrat salió del escenario. La música y la poesía se fueron con él.
Llegó el descanso. Dos minutos después volvió con la segunda parte del concierto. La gente ya más animada esperaba las canciones que llevaron a Serrat a la cima de la música. No decepcionó a nadie. La gente a gritos, desde las gradas, pedía;: "¡Pénelope! ¡Penélope!". "Ustedes pidan y yo decido", respondió el cantante. Después de las risas llegó dicha canción: "Penélope, con su bolso de piel marrón y sus zapatos de tacón, y su vestido de domingo..."
Cantares y Palabras de Amor fueron de las canciones más alabadas. Serrat se despedía.
La noche, clara y fría, no impedía la euforía de los asistente. El Goya comenzó a nacer hasta que se hizo presente entre todas las personas con el puño en alto. Serrat se despedía de México como lo hiciera en 1969. Su casa, la UNAM, lo escuchaba partir. La Fiesta marcaba el final del acto. Serrat salió del escenario. La música y la poesía se fueron con él.