Si de algo estoy seguro es de que las palabras llegan más rápido al corazón que las balas. Esto lo compruebo cada que asisto a una conferencia, mesa de debate o, sencillamente, cuando llega un invitado al salón de clases.
Letrario (tomado de una idea de mi amiga Teresa) es un espacio para demostrar que una maravillosa forma de retratar el mundo es a través de las palabras.
Los textos aquí presentados procuran unir lo periodístico con lo literario, algo que en nuestro país se ha ido perdiendo en el periodismo día a día.
Espero, en verdad, que les agrade lo que escribo, porque es de un anhelado puño y letra de periodista.

Atentamente:
José Arturo García.

29 de noviembre de 2010

Un maestro de maestros


La vida es efímera. Uno puede estar celebrando hoy por la noche y mañana podemos estar entre la blancura del paraíso. Por ello, este espacio lo dedicaré para recodar a un excelente profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Su nombre: Juan Pablo Córdoba Elías.
       Llegué a la facultad hace algunos años. En la lista de maestros estaba el nombre de Juan Pablo, hasta entonces desconocido para mí. Pero todo cambió con la primera clase. Hombre alto, de tez entre blanca y rojiza, asombraba a los alumnos del grupo 0006  (que más tarde sabriamos, fue el único grupo de Ciencias de la Comunicación de primer semestre al que impartió clases).
       Con la fuerza en su voz y conocimiento con agregados de buen humor en sus palabras comenzó, esa mañana, a marcar la vida de jóvenes universitarios. Y no sólo fue en la materia de Estado, sistema y poder político, también en Opinión pública y propaganda política dos años después.
       Junto a él, hombre de importante vida profesional, estudiamos a Elías Canetti, Nicolás Maquiavelo, Thomas Hobbes, Jean-Jacques Rousseau, Max Weber,  John Lucke y, su preferido, Jean Baudrillard (sobre quien publicó un libro).
       Pero lo más sorprende fueron las cosas que nos mencionó, las que venían de dentro: "Un hombre con poder habla bajo porque él es el centro; un hombre sin poder grita para que le pongan atención"; "Nunca pregunten para cuándo, hágano ya"; "El tiempo es el bien más preciado"; "La diferencia entre ser científico social y no, está en dominar los términos"; "No intenten ser diferentes a como son"; "Eduquen su ojo para ver mucho más allá de los que les presentan" y "Si no te apasionas estás jodido en esta vida".
       Sin embargo, después de la dolorosa noticia, algunos amigos recordamos lo que nos dijo alguna vez: "No lloras por esa persona que se va, sino porque ya no te va a dar eso que te daba"; en el caso de Juan Pablo, se van palabras de aprendizaje.


Juan Pablo Córdoba nos enseñó a vivir la vida universitaria, nos corregía la postura durante las exposiciones, el habla, la forma de vestir... Nos preparó y motivó para lograr realizar una revista universitaria en donde invitó a Miguel Badillo.
       Las palabras siempre sobrarán en momentos como este, donde uno no puede creer cómo es posible que grandes personas se fueran en forma repentina de un mundo donde hacen falta profesores como él.

Descanse en paz Juan Pablo Córdoba Elías

*Les dejo una grabación que encontré. Quizá no es bueno el audio pero seguramente tendrán gratos recuerdos. La conferencia fue en el 2008 durante el Seminario Permanente de Análisis Político.

23 de noviembre de 2010

En busca de los rostros. Una mirada de fotógrafo.

“Me apasiona tanto estar muy al pendiente de lo que expresan los ojos.
La mirada es fundamental”
-Christian Palma-

Emeequis pasó de ser semanal a ser quincenal y con ello se han reducido los textos y las fotografías. Sin embargo, cada vez que la revista está en los puestos de periódicos lo más probable es que encuentres imágenes de Christian Palma, fotógrafo y hombre apasionado a los viajes. Ha trabajado en agencias como Cuartoscuro y Mexsport. Estudio en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) donde descubrió la magia que provoca hacer y ver la fotografía. Más tarde cursó la carrera de Ciencias de la Comunicación en Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
Viajar es palabra común en su diccionario. Ha visitado lugares China y Alemania, en donde su arma se vuelve la cámara fotográfica, la que perfila después de ser aprobada por sus ojos. Así lo hizo en el mundo desastre que prevaleció en Haití. Pero sigue su propia línea, la de los rostros: de Ely Guerra o Los Tigres del Norte, y sobre todo, gente "con una gran riqueza humana que pasa desapercibida por las caller".

La oscuridad de la noche llega a las instalaciones de la revista. Los ejemplares estancados en el lugar son parte del ambiente periodístico. Ahí, sentado, inicia la conversación del recuerdo.

¿Qué significa para ti ser fotógrafo?
Es una pasión, es una forma de entender mi realidad y la realidad a partir de mí, de todo lo que me rodea. Lo que significa para mi es mucho… es mi vida.

¿Cuáles crees que son las funciones que cumple un fotógrafo en la sociedad?
Su “misión” es, yo creo, la posibilidad de sintetizar lo que sentimos, lo que pensamos, y nuestra herramienta es una cámara fotográfica. Nosotros hablamos y nos expresamos a partir de las imágenes.

¿En que momento decidiste ser fotógrafo?
Cursaba el bachillerato y estaba la problemática del levantamiento del ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). A mí interesaba mucho cómo sucedían las cosas y nos pedían que revisáramos revistas y periódicos. Me empezó a llamar la atención como (La Jornada) manejaba la temática de esas imágenes y a partir de ahí me acerqué mucho a la fotografía. Obtuve mi primera cámara. Ése fue el punto de partida.

Cuando llegas a la universidad aprendes otras herramientas para hacer fotografía. ¿Esos elementos que te dieron todavía te sirven, aún los aplicas?
Sí, yo considero que la base teórica es fundamental. Creo que todavía los sigo aplicando pero siento que la base experimental es la que realmente te va formando. Sí, la teoría constituye un punto grande porque, a partir de ahí, vas sabiendo el por qué de las cosas y es mucho más sencillo entender el proceso.

¿Son los rostros los que más te gusta cubrir o hay otro aspecto que más te agrada fotografiar?
Es de las cosas que más me interesan. El interés que yo tengo por la fotografía es la cuestión antropológica, la cuestión documental, y me interesa captar esas emociones a partir de los rostros o de la cercanía que debe haber con el personaje. Por eso me apasiona tanto estar muy al pendiente de lo que expresan los ojos. La mirada es fundamental.

¿Cuál es la fotografía que más te ha costado trabajo?
Más, por una cuestión física, fue en la inauguración de los Juegos Panamericanos, porque me tuve que subir a la pantalla donde ponen los resultados y estuvo chistoso porque no había acceso y desde que lo pensé me gusto la idea porque se veía el estadio lleno, me llamo demasiado la atención tener una imagen así. Entonces fui ideando cómo llegar hasta allá. Fue complicado porque tuve que burlar varios cercos de seguridad, pero al final pude estar ahí.
Y por cuestiones técnicas, los deportes. Para mí es una de las ramas de la fotografía donde necesitas pensar muy rápido, exponer muy rápido, todo lo tienes que hacer con una velocidad tremenda.
Una ocasión en las Olimpiadas estaba (Michael) Phelps: nosotros somos una cantidad enorme de fotógrafo y la posición donde yo estaba no era la mejor. Pese a todo tuve que responder lo más rápida posible cuando el estaba ganando su octava medalla. También es una de las fotos que más me costó trabajo.

¿Qué pintores o fotógrafos han influido en ti?
Como pintor me gusta mucho (Salvador) Dalí, (Pablo) Picasso. (Vincent) Van Gogh… me parece enorme. Y como fotógrafo Sabastiaõ Salgado es de los fotógrafos que considero más sobresalientes y con mayor oficio… humano inclusive. Él es el fotógrafo que más admiro.

¿Qué es lo que más te gusta de tu oficio?
Es la parte de libertad. Creo que te da esa posibilidad de ejercer la libertad desde un punto muy interesante. Todo lo que se genera me da un sentimiento de entender, de aprender, de conocer.

Nunca has hecho fotografía de guerra. ¿Te gustaría realizarla?
Hubo un tiempo que sí me hubiera gustado hacerla (y) cuando empezaba era uno de mis grandes sueños, pero creo que después de un tiempo, y de tantas cosas con las que te puedes enfrentar, la verdad es que ahora lo pienso más.
Si me mandan iría con gusto, y para encontrar la búsqueda personal y la del medio. Pero creo que si es por un proyecto personal no lo haría porque es ir a enfrentarse con una parte tan miserable de la humanidad que no sé si me repondría de ese evento. Creo que sería una experiencia demasiado fuerte.

¿De todos estos lugares que has visitado cuál fue el que no esperabas descubrir como lo reflejaban otras fotos?
Sentí algo extraño cuando visité la Ciudad Prohibida, en Beijing. Cuando estuve en medio (de la plaza) fue un sentimiento muy grande y dije: qué chingón que en algún momento tomé la decisión de dedicarme a esto. Porque me ha permitido cosas como éstas, de conocer lugares tan majestuosos.

¿Qué opinas de los ensayos fotográficos y la pérdida de éstos en las revistas, de que la fotografía te cuente una historia?
Se debería de hacer como una forma casi obligatoria para los medios pero sé que es muy difícil aunque a mí me gusta mucho que tengamos esa oportunidad de explorar (…) A parte es un tema que tú eliges, que vas moldeando, vas cuidando, construyendo Y lo que se publica es la síntesis de todo el trabajo previo. Entonces, cuando lo ves, te da una gran satisfacción de verlo publicado.

¿Se vive de ser periodista?
Es muy difícil vivir ya de cualquier cosa, la situación en el país está difícil. Conozco a profesionistas que no encuentran trabajo de lo que estudian. Creo que somos pocos los afortunados que podemos hacerlo y de eso estamos agradecidos con la vida. Pero una de las cosas es tener el empeño, la paciencia para poder llegar a mantenerte. Cuesta mucho trabajo, pero a final de cuentas puedes encontrar la forma de salir adelante en lo que te apasiona.

Foto: Karelia Llanos (19/11/2010)
*La entrevista fue realizada por Karelia Llanos y José Arturo García.

**Sitio en internet de Christian Palma es http://www.christianpalma.com/

19 de noviembre de 2010

El alcoholímetro en cinco, cuatro, tres, dos...

Las tareas universitarias hay que realizarlas con pasión.
O por lo menos eso es lo que algunos creemos cuando el objetivo es hacer periodismo.

En esta ocasión, el periodismo es para televisión, otra manera de ver el mundo.
Ante ello, la nota gira en torno a las mujeres que se "ponen altaneras" durante la revisión del alcoholímetro. En el desvelado y divertido viaje madrugador encontramos otra cara de la ciudad de México.

El resultado fue el siguiente. Disfrútenlo como lo disfrutamos y nos encabro_ _mos al hacerlo.

Los integrantes para la realización de la nota fueron: Ingrid Romero (reportera), José Arturo García (camarógrafo) y Tere López (editora); estudiantes de periodismo de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, de la UNAM.
Con la experiencia de Ana Cecilia Guadarrama, productora de Milenio Televisión.

13 de noviembre de 2010

“Mi dignidad no es negociable”


Foto: Tomada de Google.

José Gil Olmos es su nombre. Hogar: Proceso. Comida favorita: libros, revistas y todo lo que contenga letras. Hijos: Los brujos del poder, Los brujos del poder 2 y uno más que está por nacer titulado La Santa Muerte. La virgen de los olvidados. Ha viajado por: El Nacional y La Jornada. Oficio: periodista.
Y cuenta con muchos más recuerdos e ideas en la cabeza. Suspira cuando dice que Rayuela, de Julio Cortázar, es su libro favorito; y que existen otros escritores obligados a consultar, entre ellos, Mario Vargas Llosa, Henry Miller y Martín Luis Guzmán (“Eso sí era periodismo”, agrega, refiriéndose al libro de éste último conocido como La sombra del caudillo).
Sus palabras son continuas y su mirada tranquilizadora. Te ve cuando le hablas y también cuando responde. Tras sus lentes se esconden los ojos de quien vio de cerca los rostros indígenas en 1994, quien consultó los archivos de la brujería y ha reporteado la impunidad de Ulises Ruiz en Oaxaca.
Comparte sus sueños (gracias por eso), sus aspiraciones por continuar escribiendo libros, el respeto que le tiene a estos porque “los libros han formado a la sociedad”. Comenta con respecto al fundador del semanario: “Conocer a Julio Scherer me aportó una cosa que es muy difícil encontrar: la sencillez. Y sobre todo el trato humano”.
Agrega: “En Proceso comienzas a entender la importancia del periodismo… Entiendes lo que es trabajar honestamente”. “(Los periodistas) somos la memoria de lo que ocurre”, por ello, en entrevista platica sobre sus anteriores libros, la importancia de su futuro libro-reportaje, el contexto nacional del periodismo y sus aspiraciones profesionales.
Es José Gil Olmos, a quien le agradezco por confirmarme que el periodismo, el buen periodismo (crítico y honesto). Porque el periodismo no muere hasta que dejemos de escribir.
Porque, dice Gil Olmos, “mi dignidad no es negociable”. Eso es periodismo y ser periodista.

Preludio a la Santa Muerte

“En el periodismo, la honestidad es carísima”
-José Gil Olmos-

José Gil Olmos vive distintas realidades en un día: la pobreza, el mundo de las letras y la riqueza de la clase política pueden ser las partes que conformen su jornada de hoy o de mañana.
      Ninguna de estas realidades es suya pero se introduce en ellas en busca de información, porque eso es lo único que recibe: información. Nunca ha sido corrompido por el poder aunque el mismo diablo se lo pidió durante las elecciones presidenciales del año 2000.
    Gracias a las convicciones que conforman su personalidad, comenta, una de sus satisfacciones es que “a mis amigos y a mi familia los puedo ver a la cara sin ningún problema”.
      Actualmente cuenta con dos libros titulados Los brujos del poder y Los brujos del poder 2; trabajos que comenzaron a publicarse hace un par de años porque, dice, “para mí, un libro es la máxima expresión del humano (y) tenía miedo de hacer esto porque le tengo un alto respeto a lo que es un libro”.
      Periodista de la revista Proceso desde 2001, José Gil Olmos ha aprendido dentro del semanario el valor de realizar verdadero periodismo: un periodismo inteligente y responsable porque reconoce que “(los periodistas) somos la memoria de lo que ocurre”.

La Santa Muerte
A pocos días de que se publique La Santa Muerte. La virgen de los olvidados, libro donde retrata de nueva cuenta el ocultismo en la política mexicana, Gil Olmos libera su instinto periodístico para provocar la lectura en la gente sobre el fenómeno religioso más importante de los últimos años.
      “Lo que trato de explicar es un culto popular que tiene una explicación. Hay un contexto por el que surge y tiene un boom que es el de ahora. Y el contexto es la parte periodística, el de la crisis económica, donde los datos arrojan que a partir de 1995 (período de la primera gran crisis nacional) crece de manera impresionante la devoción a la Santa Muerte.
      Y no solamente es un tema de interés para México, sino también la gente en los Estados Unidos está pidiendo el libro desde antes que se edite por lo que se hará una edición para las personas del vecino país del norte.
     “Todos podemos creer en lo que queramos; pero cuando esto trasciende política o públicamente, ya toma otro carácter. Y en el caso de la Santa Muerte es un reportaje histórico que está llamando la atención en el extranjero.
      Menciona que “cuando la gente lo pierde todo es cuando busca en qué creer y entonces la Santa Muerte, una figura que desde hace mucho tiempo está presente en la historia del país, empieza a convertirse en una referencia religiosa y comienza a crecer".
      Con el inicio de su primer libro, Los brujos del poder, adquiere un panorama general de cómo la clase política toma decisiones a partir de sus creencias esotéricas, por lo que no es un culto de la clase más baja como delincuentes y pobres.
      –¿En este nuevo libro abordas la relación entre la clase política y la Santa Muerte? –Se le pregunta a José Gil Olmos.
      –Sí, hay un capítulo que se llama “Los devotos famosos”, en el cual el fenómeno se repite. Entre ellos está Genaro García Luna, el secretario de Seguridad Pública. Él le rezaba a la Santa Muerte y ahora le reza al Ángel de la Muerte cada vez que va a realizar un operativo importante.
      “Otro personaje que se repite es Elba Esther Gordillo. Ella es una mujer sumamente esotérica, pero por una razón: tiene una historia familiar llena de incertidumbre y accidentes. Además, cuando llega al poder tiene enemigos y busca en los chamanes, brujos y rituales cómo protegerse y cómo hacer crecer su poder”, agrega el periodista con 21 años de experiencia en el oficio periodístico.
      Una pequeña sala dentro de la redacción de Proceso es el lugar para la entrevista. En éste hay revistas, libros y enciclopedias. El aislamiento del mundo es total, provocando a la vez la mayor concentración frente a las anécdotas del periodista egresado de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la UNAM.
      Lleva consigo una chamarra color café que lo protege de los fríos aires de invierno. Sus lentes protegen los ojos de reportero, testigos de la realidad. Sabiduría, dirían los griegos.
      –¿Elba Esther es el personaje que te vuelve a sorprender o existe alguien más?
      –Me vuelve a asombrar ella pero hay otro personaje: el gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz. Él es, quizá, el político más perverso que existe en la actualidad. Es el gobernador que reprimió uno de los movimientos sociales más importantes (el de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca), encarceló a 500 personas, en su lista negra hay por lo menos 21 muertos, ejecutados por un grupo paramilitar que él creó.
      “Además es el gobernador que lo están investigando por su relación con el narcotráfico, por pederastia, robo de recursos públicos… y por todas esas características también le encanta el esoterismo.
      José Gil Olmos cuenta que dentro del libro hay testimonios donde se señala el altar que tiene Ulises Ruiz de la Santa Muerte; asimismo, realiza vudú y magia negra.
      Pero lo principal es la narración proporcionada por uno de los operadores del gobernador donde cuenta que, dentro de la casa de seguridad de éste, había un mapache muy limpio y al que el operador de iba a hacer una broma despertándolo: “Él iba a hacer la maldad de despertarlo con una piedra y cuando lo iba a hacer le dijeron que se esperara porque era el nahual de Ulises Ruiz”, detalló el periodista.
      A Gil Olmos le fue explicado que cada vez que el gobernador realiza una operación política lleva a cabo una ceremonia donde le rezan al animal.

Otras revelaciones
El culto a la Santa Muerte se ha expandido desde México a lugares como Estados Unidos, Canadá, Guatemala, El Salvador y Honduras, donde una cifra extraoficial señala que entre cinco y ocho millones de personas son devotos a esta imagen.
      El reportero de Proceso, quien fuera también integrante del periódico El Nacional y La Jornada, indica que la gente no sólo se está yendo con la Santa Muerte sino también le rezan a (Jesús) Malverde, Juan Soldado en Tijuana y Pancho Villa.
      “Hay una parte muy peligrosa en esta investigación que es sobre el narcotráfico. Hay narcotraficantes, como Oziel Cárdenas Guillén, que, cuando lo agarran, descubren que tiene un altar de la Santa Muerte porque (los narcotraficantes) son un grupo que siempre está entre la vida y la muerte, siempre se están vinculando con el poder(...)  son grupos muy frágiles en muchos momentos.
       “El último capítulo es “La Santa Muerte y los Derechos Humanos”. Parece una locura pero lo que sucede es que a la Santa Muerte ya no le reza solamente la clase más baja sino también la clase media, familias enteras que le piden a esta imagen lo que el Estado debería darles como un derecho: techo, alimento, salud, seguridad, empleo”, agrega Gil Olmos.
      –¿Crees en este tipo de fenómenos religiosos?
     –Soy muy escéptico. Este escepticismo me ha permitido ver estos fenómenos de una manera distinta… y nuevamente no juzgo ni critico el culto.
      –¿Cuál sería la mayor oferta de tu próximo libro?
      –Primero, describo el fenómeno religioso más importante de México; segundo, le doy una explicación y; tercero, provocar a la gente a leer para entender el momento histórico que estamos viviendo.

      José Gil Olmos habla sin reservas gracias a lo que ha aprendido dentro del semanario de Julio Scherer García: investigaciones con suficiente sustento periodístico.
      Retratar a la Santa Muerte (segunda figura más vendida en el mercado de Sonora después de la Virgen de Guadalupe), se volvió la historia de una pasión que nació con Los brujos del poder.
       
      Recuerda a Renato Leduc con la pregunta que un día planteó: “¿por qué no tenemos el tesón de las moscas?”. José Gil Olmos agrega que los periodistas debemos ser “el que molesta al poder”.


6 de noviembre de 2010

Mi encuentro con la UNAM

Los festejos de la UNAM están finalizando. Han habido concurso para todo tipo de arte: periodismo, poesía, arquitectra, pintura, diseño, etcétera. Uno de ellos fue "El significado de la UNAM en mi vida". Aunque no ganó, me gustaría presentarles parte de lo que realicé.

(...) Mi encuentro con mi universidad ha sido así. Las emociones o tristezas se abordan de forma diferente en este lugar. En seguida nacen nuevos sentimientos con los lugares que aquí encontramos. Disfrutamos nuestra primera visita en la Sala Nezahualcóyotl, viendo a la Orquesta Filarmónica, que después visitaría cada Facultad y finalizaría en las Las Islas antes de regresar a su recinto por el que han pasado escritores como Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Noam Chomsky, Eduardo Galeano y Benito Taibo.

Los universitarios gritamos con orgullo el Goya que sale de nuestras gargantas en señal de victoria, porque es el sonido que nos adhiere todavía más a los colores azul y oro. Vibraciones que resuenan por territorio universitario durante un torneo deportivo, un concierto o al término de una interesante conferencia. También fuera de la universidad existe esta esencia de la que no me deslindo ni se deslindan. Las marchas son testigo de ello. “2 de octubre no se olvida”, se escucha en la Plaza de las Tres Culturas. O cuando los Pumas juegan fuera de casa o en reuniones donde los amigos gritan al unísono que son una generación de las formadas en cien años por la institución creada por Justo Sierra.

La universidad se vive por caminos diferentes, pero el Goya se convierte en el común denominador que caracteriza a estudiantes. Nos encontramos a las fueras del metro Universidad, caminamos juntos hacia el Pumabús y subimos por las mismas escaleras hacia nuestro salón. En todo el trayecto no nos reconocemos porque somos miles. Sin saludarnos nos abrazamos por pertenecer a la UNAM. No los conozco ni me conocen pero tenemos una misma identidad que sale a la luz cuando llevamos el escudo con el águila mexicana y el cóndor andino en nuestro pecho, con los colores que alguna vez portó el Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz.

Sé que son iguales a mí, pero identificamos nuestras diferencias cuando nos encontramos sentados sobre las piedras del espacio escultórico. Después, simplemente, volvemos a ser uno mismo. Es tranquilo y hermoso ver el atardecer desde la serpiente que hace compañía a la Biblioteca Nacional y recorrer la superficie de lava seca antes de llegar al Museo Universitario de Arte Contemporáneo. Mientras unos se encuentran allí, otros practican deporte en el lado opuesto de la universidad; un grupo de amigas estudian para su examen a las afueras de su Facultad desde donde se ve a quien, sentado, investiga en la Biblioteca Central bajo el resguardo de la obra maestra de Juan O´Gorman. Metros afuera, un grupo de extranjeros aprende historia de México a través de los murales de David Alfaro Siqueiros. Rodean Rectoría y en su camino se cruzan con estudiantes de teatro que perfeccionan el final de la obra del inmortal William Shakespeare.

Todo esto es una parte de lo que conforma a la UNAM. Más que ciudad, un mundo que relaciona a las clases sociales, religiones, ideas políticas y colores de piel. Todo se encuentra desde el museo Universum hasta el Estadio Universitario por donde corrieron los atletas en los Juegos Olímpicos de 1968; mismo sitio que cada dos semanas se convierte en la guarida del puma.

Las formas de disfrutar nuestra estancia son diversas. ¿Quiénes somos para juzgar la mejor forma de hacerlo? Éste es el significado que la universidad tiene para mí. Es un tiempo y un espacio que he aprendido a valorar. Algo que no se entiende sino desde el origen del encuentro. Y que no se explica sino con el contexto en el que me desenvuelvo cada día. Que de igual forma lo manifiesto cuando apresuro el paso para no llegar retrasado a una clase o cuando inicia un semestre y encuentro a los amigos que conocí desde el primer día en la universidad. Entonces comprendo que no inicio sino que me encamino hacia las últimas tardes de mi estancia por la Facultad, junto a los árboles que me protegen del sol antes de entrar a la siguiente clase. Los que algún día citaré para decir: yo estudié aquí y la UNAM siempre será parte de mi vida.

Foto: Google